domingo, 1 de noviembre de 2009

Menos peso. ¡Madre, has vuelto! Revelaciones finales

Todo lo que escribas, debe ser honesto y creíble; O por lo menos, aparentar serlo, ¡Pero tiene que ser así! Díganse la verdad a ustedes mismos. Digánselo y aprenderán a escribir con cada palabra que usen. Sin embargo, no se queden en la anécdota de sus vida. Tomen eso realmente sustancial del cual quieras ahondar con sus seres e innoven en el mismo, usándose a ustedes mismos y a la persona que les gustaría ser, ese muchacho o muchacha que realmente hace las cosas bien.
También escriban su carta de suicidio. Él día que se decidan a sumergirse en el inconsciente adormilado de las fracciones del entero de la existencia, deberían saber que la muerte es la primera pisada del largo y tortuoso camino del artista. No les voy a decir como realmente darse fin, ya que lo sabrán en el momento justo. Nada sucede por azar y menos cuando sus errores forman el destino del día, a los hilos espaciales unidos a masas de tierras estelares y a las frustraciones, fragmentos detractores, de un mal uso de la pluma de un Dios.
Hablando de él, sabemos que está muerto. ¿No era eso lo que quería? ¿No era eso lo que buscaba, al dejarnos como herederos de sus vivencias encarnadas en nosotros? ¿O era algo que necesitaba? ¿O debía ser? En el viaje a lo desconocido están solos. Disfruten la vista y la compañia muda. ¡Respiren!
Sepan que la gente que busca resaltar, que tienen coloretes en formas de moretones por todo el rostro, que muestran su salvaje y alegre desapego a la humanidad, que agachan la mirada sólo cuando otros no lo miran; esa gente, toda esa gente jovial, giran mareándose sobre sus ejes, recordando, no muriendo, recordando la comodidad y la tragedia de un pasado representado en párpados eternamentes caídos. Cuando entiendan quienes fueron, ya estarán listos para pensar más allá del tiempo dictado y harán lo que quieran; absolutamente lo que les parezca.