No todos son importantes. – Dice Mona. – Hay gente que puede no ser especial para tu vida. La gente es gente, vos le dás ese carácter especial.
-Muy maquiavélico de tu parte, Mona. –Le contesta Gab, que casi se tropieza con una baldosa rota. – Creo firmemente, en que siempre habrá algo en la vida de las otras personas, que nos ayuden a entendernos cada vez más. No se como explicarlo, pero es así.
Llegan a un semáforo y esperan. Los limpiavidrios aprovechan el paro vehicular y se apresuran con su labor.
-Oh, mirá esto, Gab. – Dice, señalando a los jóvenes muchachos, vestidos con ropa sucia y gastada.
Uno de los limpiavidrios les muestra con sus acciones el modus operandi que ellos usan. El primer paso radica en no preguntar y tirar de una el agua enjabonada sobre el vidrio delantero. El conductor protestará y ellos le pedirán cualquier tipo de moneda que puedan tener. Al conductor, no le queda más que dejarlo limpiar el vidrio, ya que, dado el caso que se rehuse a pagarle, tendrá que bajarse el a sacar el agua con detergente.
-¿Ves? Son unos genios. De esa manera siempre les darán plata, porque convierten a todos los autos en clientes, sin dejarlos escapar.
-Es un tanto terrible, ¿No te parece? ¿Dónde está el libre albedrío? ¿La elección de no elegir?
El semáforo comienza a cambiar de color.
-Estamos en la jungla, Gab. Acá sobrevive el más fuerte, el que más puede sacar ventaja sobre los otros.
Cruzan la calle. Gabriela observa como los limpiavidrios se reúnen en la esquina, y cuentan, entre insultos y festejos, el dinero obtenido.
-Ellos son parte del juego, como todos los interesados en el modo de hacer las cosas de este Sistema. En la jungla uno no elige su papel.
-Te lo dije.
-¿Qué cosa me dijiste?
Gab le sonríe, con ojos altivos, que están en lo correcto.
-Vos me hablabas de que “la gente es la gente” y eso de andar buscando una explicación a las cosas, y no a las cosas en sí mismas. Pues bien, recién acabamos de ver un perfecto ejemplo de lo que yo te decía. Acabamos de presenciar uno de los tantos hechos en la vida que nos hace pensar, nos hace sentir, nos hace querer ver los detalles de un momento clave, profundo, muy en particular, que se esconde a la vista de todos.
-No, solo los puse en un contexto.
Gabriela detiene su caminar. Aprieta sus delicados puños ubicados en los bolsillos de su campera y mira a Mona, un tanto sorprendida por su actitud repentina.
-No hay contextos en la jungla, Mona, solo el resultado de lo que tenemos en la cabeza y lo que nos pasa en nuestro corazón.
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