martes, 27 de agosto de 2013

Medias de Navidad



Estábamos jugando con los chicos y algunas chicas que daban vuelta por nuestra casa a un juego de mesa. Es un clásico con unas cuantas reglas caseras que inventé. Tomábamos un sombrero, que mi amigo siempre tenía colgado cerca de la mesa de la PC y poníamos los nombres de las cosas que tuviéramos que adivinar usando el dibujo como método de percepción. Teníamos el atril con la papeleta y el marcador. Los papelitos eran de unas hojas A4 que les dí para hacerlo. Cortabas un trocito y escribías. Nos dividimos en cuatro grupos. Yo estaba con una chica que me gustaba, mi amigo Felipe y Denis, a quien solemos ver muy cada tanto. Sonaba divertido.

Al lado tenemos a Juan, que estaba con su novia y un personaje del barrio más sin mucha importancia. Amigo de amigo y con una personalidad para nada interesante. Juan y su novia vivían peleando. Todo el puto tiempo. Y no de las peleas divertidas que se mencionan en los stand ups. Se drogaban y sacaban lo peor de cada uno. Una vez Juan me dijo que casi la mata una vuelta que habían escabiado banda y cayeron a su casa luego de un recital. Las anécdotas eran siempre parecidas: excesos, escenas de celos e infidelidad, descontrol mental y golpes en el rostro. Esa vuelta luego de coger, el la tiró al piso desde la cama, se le tiró encima, ella semidesnuda. Él le pegó una trompada del lado del ojo izquierdo. Me imagino el sonido que habrá hecho al chocar el puño desnudo del musculoso de Juan y el rostro duro de merca de la novia. PAM! Ella le rasguñó toda la cara con sus uñas larguísimas. Me encanta verle las manos y observar sus uñas bien pintadas y emprolijadas. ¿Cuanta piel de mi querido amigo Juan todavía habrá en los profundos recovecos? Yo pienso que mucha. Él se enojó mucho, muchísimo y por esas extrañas razones tenía cerca una manguera. Busqué razones para explicarme la razón en que él haya dejado una manguera en su cuarto roído. Sigo sin
encontrarle el motivo. Quizás él lo haya dejado a propósito sabiendo como es todo. Agarró esa manguera rayada y se la puso a ella alrededor del cuello. Y apretó los extremos. Ese es Juan, señoras y señores. Y le tocaba a su equipo pasar al frente a jugar. No entiendo como nadie lo vio venir. Ni siquiera yo.

Pasó ella. Su mini falda le quedaba muy bien. Lindas piernas de muchacha joven. Me recordaba a una Teen Idol americana. Una de esas putitas que tanto me gustan ver. Tomó un papel del sombrero y se puso a dibujar. Ellos comenzaron a tirar ideas. Y nada, ningún resultado. Ella comenzó a detallar más, a indicarlos pictóricamente. Y nada, Juan comenzaba a enloquecer. Un minuto y medio de frustración, quedando treinta segundos más. Los ojos de Juan estallaban, le caía saliva de su boca. "Enfurecido" es la palabra que le caería como anillo al dedo. Pasó el tiempo y perdieron. Era "Medias de navidad". No se a quien se le pudo ocurrir eso, pero no era nada difícil sacarlo. Solo tenían que fijarse en los detalles. Juan se paró poniéndose enfrente de ella, diciéndole lo fracasada que era, lo mala que era dibujando y lo idiota que era él por salir con una pelotuda. Luego de la sorpresa de la reacción de parte de la novia, comenzó a insultarlo.Un golpe bajo tras otro.

Los nuevos, que no habían presenciado nunca una discusión tan acalorada como esta, se sentían incómodos. Nosotros no tanto. Tenía que hacer algo. Esto no era lo que tenía en mente a la hora de pensar en divertirnos un poco, a pesar que disfruto viéndolos así. Uno tiene que ser educado con los nuevos. Me levanté y me acerqué a ellos.

-¡Eu, chicos! ¡Ya está! Entendimos que se odian. Nos quedó muy claro. Ahora sigamos con nuestras vidas. Le toca al otro equipo jugar.

-¡Vos sabés como es ella!  -Me dice- Te he contado varias veces como me trata. ¡Es una loca de mierda!

-Lo sé, Juan. Sabés que lo sé. Lo he-

En ese instante, por esas cosas de la vida, eché mi mirada a un costado, mirando la pared. Fue un segundo. Bajé la mirada y un sonido conocido se me hizo presente. PAM! No pude ver el golpe. Les juro que no. Me lo imaginé de muchas maneras. Hasta puedo imaginar el rostro de él encolerizándose, encajando un gancho, doblando un poco la espalda. Ni siquiera tuve que darme cuenta del golpe por los gritos horrorizados de los chicos que estaba detrás mío. Pude sentirlo. Quizás por eso miré para un costado. Habrá sido de forma inconsciente. A pesar de lo divertido que suena, no es tan agradable ver a tu amigo hiriendo a una mujer que conocés. No en lo absoluto.

Puse mi brazo alrededor de la nuca de Juan, tomé las llaves trayéndolo hacia mí y lo llevé hacía la calle. Era increíble como semejante matón podía obedecerme. En mi otra vida habré sido domador de leones. Bajando las escaleras, llegamos al pasillo que daba hacía la puerta de salida. El me empujó.

-Ya estoy bien. -Me dijo.

-Juan, le rompiste la cara a tu chica delante de todos...

-¡No es mi chica! Si lo fuera, no me haría muchas cosas que me hace.

-¿Cómo dibujar mal?

Él me echó una mirada fría. Se dio media vuelta luego y se quedó viendo el piso.

-Es una pelotuda. Ella se lo merece. -Me dijo.

-Puede ser. No te digo que no. Todos se lo merecen en algún momento dado. No hay nada que puedas hacer, ni decir: Es el karma. No importa si sos hombre o mujer, o mono. Aunque el karma del mono no debe ser tan complejo.

Hubo un breve silencio. No sabía como resolver esto. Tampoco tenía la esperanza que alguno de mis
amigos sepa como afrontar esta situación. Algo había que hacer.

-Boludo, le pegaste a una mina...

-¡Si, pero ella empezó! - Me dijo todo llorando. Sus lágrimas comenzaron a caer tan rápidamente que no sabía si emocionarme al respecto por tal rapidez sentimental o debería matar a Meryl Streep para darle el Oscar a mejor actor. Se que ella es actriz, pero no me se quién ganó ultimamente el Oscar a mejor actor en rol masculino. 

-Seguro, eso no te discuto. -Le dije empujándolo para la puerta.- Solo digo que hiciste algo que la mayoría considera ofensivo. Un hombre no puede pegarle a una mujer.

-¡Pero e-

-¡Te entiendo! Pero yo no manejo este tipo de cosas. Creo que lo mejor sería que te vayas por ahora. Aunque sea date una vuelta y luego la venís a buscar. 

Él se paró firme y dejó de avanzar.

-No pienso irme de acá.

Revisé mis bolsillos y saqué algo de plata que tenía arrugada. Se la entregué a él.

-Tomá, comprate un vino. O un Fernandito. Comprate algo y luego volvé.

Juan miró el dinero y siguió caminando. Le abrí y el salió. Sabía que jamás el rechazaría alcohol gratis.

-El kioskito de aca la vuelta no cerró todavía. -Le dije.

Él se alejó viendo el dinero. Quizás pensando en darle otro fin. Se metió la mano en los bolsillos y sacó algo de dinero que tenía. Ojalá le hubiera dado más en ese momento. Así no lo veríamos hasta en otra ocasión. Seguramente no le alcanzaba para ir a buscar droga. Eso no lo pensé. 

Cerré la puerta y quedé en la oscuridad del pasillo pensando un poco. Uno debe ser bueno con los nuevos.
Uno debe ser educado. Tengo la capacidad de aparentar que nada ha pasado. Es útil. Mis amigos pueden afrontarlo, mal que mal. No sabía si los nuevos podrían hacerlo, mas sabiendo que son chicas la mayoría. No me emocionaba subir y ver lo ocasionado.

Pero bueno, ¿A quién se le ocurre poner "medias de Navidad"? Solamente a mí se me ocurre. Sin embargo, no era tan difícil de pensar. Había que fijarse en los detalles. Cuando uno realmente mira algo, lo observa y lo que se ve aparece lleno de matices. Y hay matices que son violentos por naturaleza. No olvidemos que "medias de Navidad" es muy Sitcom. Uno no puede perder con algo así.
 




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