Estábamos jugando con los chicos y algunas chicas que daban
vuelta por nuestra casa a un juego de mesa. Es un clásico con unas cuantas reglas caseras que
inventé. Tomábamos un sombrero, que mi amigo siempre tenía colgado cerca de la
mesa de la PC y
poníamos los nombres de las cosas que tuviéramos que adivinar usando el dibujo
como método de percepción. Teníamos el atril con la papeleta y el marcador. Los
papelitos eran de unas hojas A4 que les dí para hacerlo. Cortabas un trocito y
escribías. Nos dividimos en cuatro grupos. Yo estaba con una chica que me
gustaba, mi amigo Felipe y Denis, a quien solemos ver muy cada tanto. Sonaba divertido.
Al lado tenemos a Juan, que estaba con su novia y un
personaje del barrio más sin mucha importancia. Amigo de amigo y con una personalidad para
nada interesante. Juan y su novia vivían peleando. Todo el puto tiempo. Y no de
las peleas divertidas que se mencionan en los stand ups. Se drogaban y sacaban
lo peor de cada uno. Una vez Juan me dijo que casi la mata una vuelta que
habían escabiado banda y cayeron a su casa luego de un recital. Las anécdotas eran
siempre parecidas: excesos, escenas de celos e infidelidad, descontrol mental y
golpes en el rostro. Esa vuelta luego de coger, el la tiró al piso desde la
cama, se le tiró encima, ella semidesnuda. Él le pegó una trompada del lado del
ojo izquierdo. Me imagino el sonido que habrá hecho al chocar el puño desnudo
del musculoso de Juan y el rostro duro de merca de la novia. PAM! Ella le
rasguñó toda la cara con sus uñas larguísimas. Me encanta verle las manos y
observar sus uñas bien pintadas y emprolijadas. ¿Cuanta piel de mi querido amigo
Juan todavía habrá en los profundos recovecos? Yo pienso que mucha. Él se enojó
mucho, muchísimo y por esas extrañas razones tenía cerca una manguera. Busqué
razones para explicarme la razón en que él haya dejado una manguera en su
cuarto roído. Sigo sin
encontrarle el motivo. Quizás él lo haya dejado a propósito
sabiendo como es todo. Agarró esa manguera rayada y se la puso a ella alrededor
del cuello. Y apretó los extremos. Ese es Juan, señoras y señores. Y le tocaba
a su equipo pasar al frente a jugar. No entiendo como nadie lo vio venir. Ni
siquiera yo.
Pasó ella. Su mini falda le quedaba muy bien. Lindas piernas
de muchacha joven. Me recordaba a una Teen Idol americana. Una de esas putitas
que tanto me gustan ver. Tomó un papel del sombrero y se puso a dibujar. Ellos
comenzaron a tirar ideas. Y nada, ningún resultado. Ella comenzó a detallar
más, a indicarlos pictóricamente. Y nada, Juan comenzaba a enloquecer. Un minuto y medio de frustración, quedando treinta segundos
más. Los ojos de Juan estallaban, le caía saliva de su boca.
"Enfurecido" es la palabra que le caería como anillo al dedo. Pasó el
tiempo y perdieron. Era "Medias de navidad". No se a quien se le pudo
ocurrir eso, pero no era nada difícil sacarlo. Solo tenían que fijarse en los
detalles. Juan se paró poniéndose enfrente de ella, diciéndole lo fracasada que era, lo mala
que era dibujando y lo idiota que era él por salir con una pelotuda. Luego de la sorpresa de
la reacción de parte de la novia, comenzó a insultarlo.Un golpe bajo tras otro.
Los nuevos, que no habían presenciado nunca una discusión
tan acalorada como esta, se sentían incómodos. Nosotros no tanto. Tenía que hacer algo. Esto no
era lo que tenía en mente a la hora de pensar en divertirnos un poco, a pesar que disfruto
viéndolos así. Uno tiene que ser educado con los nuevos. Me levanté y me acerqué a ellos.
-¡Eu, chicos! ¡Ya está! Entendimos que se odian. Nos quedó
muy claro. Ahora sigamos con nuestras vidas. Le toca al otro equipo jugar.
-¡Vos sabés como es ella!
-Me dice- Te he contado varias veces como me trata. ¡Es una loca de mierda!
-Lo sé, Juan. Sabés que lo sé. Lo he-
En ese instante, por esas cosas de la vida, eché mi mirada a
un costado, mirando la pared. Fue un segundo. Bajé la mirada y un sonido conocido se me hizo
presente. PAM! No pude ver el golpe. Les juro que no. Me lo imaginé de muchas maneras. Hasta
puedo imaginar el rostro de él encolerizándose, encajando un gancho, doblando un poco la
espalda. Ni siquiera tuve que darme cuenta del golpe por los gritos horrorizados de los chicos
que estaba detrás mío. Pude sentirlo. Quizás por eso miré para un costado. Habrá sido de forma
inconsciente. A pesar de lo divertido que suena, no es tan agradable ver a tu amigo hiriendo a una
mujer que conocés. No en lo absoluto.
Puse mi brazo alrededor de la nuca de Juan, tomé las llaves
trayéndolo hacia mí y lo llevé hacía la calle. Era increíble como semejante matón podía
obedecerme. En mi otra vida habré sido domador de leones. Bajando las escaleras, llegamos al
pasillo que daba hacía la puerta de salida. El me empujó.
-Ya estoy bien. -Me dijo.
-Juan, le rompiste la cara a tu chica delante de todos...
-¡No es mi chica! Si lo fuera, no me haría muchas cosas que
me hace.
-¿Cómo dibujar mal?
Él me echó una mirada fría. Se dio media vuelta luego y se
quedó viendo el piso.
-Es una pelotuda. Ella se lo merece. -Me dijo.
-Puede ser. No te digo que no. Todos se lo merecen en algún
momento dado. No hay nada que puedas hacer, ni decir: Es el karma. No importa si sos hombre o
mujer, o mono. Aunque el karma del mono no debe ser tan complejo.
Hubo un breve silencio. No sabía como resolver esto. Tampoco
tenía la esperanza que alguno de mis
amigos sepa como afrontar esta situación. Algo había que
hacer.
-Boludo, le pegaste a una mina...
-¡Si, pero ella empezó! - Me dijo todo llorando. Sus
lágrimas comenzaron a caer tan rápidamente que no sabía si emocionarme al respecto por tal rapidez
sentimental o debería matar a Meryl Streep para darle el Oscar a mejor actor. Se que ella es actriz,
pero no me se quién ganó ultimamente el Oscar a mejor actor en rol masculino.
-Seguro, eso no te discuto. -Le dije empujándolo para la
puerta.- Solo digo que hiciste algo que la mayoría considera ofensivo. Un hombre no puede pegarle a
una mujer.
-¡Pero e-
-¡Te entiendo! Pero yo no manejo este tipo de cosas. Creo que
lo mejor sería que te vayas por ahora. Aunque sea date una vuelta y luego la venís a buscar.
Él se paró firme y dejó de avanzar.
-No pienso irme de acá.
Revisé mis bolsillos y saqué algo de plata que tenía
arrugada. Se la entregué a él.
-Tomá, comprate un vino. O un Fernandito. Comprate algo y
luego volvé.
Juan miró el dinero y siguió caminando. Le abrí y el salió.
Sabía que jamás el rechazaría alcohol gratis.
-El kioskito de aca la vuelta no cerró todavía. -Le dije.
Él se alejó viendo el dinero. Quizás pensando en darle otro
fin. Se metió la mano en los bolsillos y sacó algo de dinero que tenía. Ojalá le hubiera dado más
en ese momento. Así no lo veríamos hasta en otra ocasión. Seguramente no le alcanzaba para ir a
buscar droga. Eso no lo pensé.
Cerré la puerta y quedé en la oscuridad del pasillo pensando
un poco. Uno debe ser bueno con los nuevos.
Uno debe ser educado. Tengo la capacidad de aparentar que
nada ha pasado. Es útil. Mis amigos pueden afrontarlo, mal que mal. No sabía si los
nuevos podrían hacerlo, mas sabiendo que son chicas la mayoría. No me emocionaba subir y ver lo
ocasionado.
Pero bueno, ¿A quién se le ocurre poner "medias de
Navidad"? Solamente a mí se me ocurre. Sin embargo, no era tan difícil de pensar. Había que fijarse en los detalles. Cuando uno realmente mira algo, lo observa y lo que se ve aparece lleno de matices. Y hay matices que son violentos por naturaleza. No olvidemos que "medias de Navidad" es muy Sitcom. Uno no puede perder con algo así.
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