domingo, 26 de diciembre de 2010

El tedio de la tarde

No hay nada más terrible que oír tus voces secretas resonando por todo tu cuarto en una tarde de domingo. Te hablan, susurran en ocasiones. Cada tanto toman forma y te dicen que no quieren perder contacto con vos, que como no te adecuás a los estándares sociales estipulados, estás afuera del habitus social. Le digo que puedo arreglarlo, que habrá una manera de mezclar su cultura con la mía. Desconfío de su buenaventura conmigo. ¿Qué es lo que querrá realmente? No puede querer nada si carece de forma. A menos que...
Insinúa algo más y me esfuerzo por contestarle simpáticamente. Fallo, lo hago mal, pero no importa. Remato con una frase, que nos hace que nos ríamos y huyo. A lo largo de la tarde, en esa noche proyectada de humo y posibilidades, recuerdo ver pasar su forma. Claramente, actúo de la misma manera que lo hago siempre. Hay cosas que no cambian, a pesar de todas las mudanzas internas que se permita uno. La esquivo, ignoro descaradamente. Lo hago por el simple hecho de no tener que armar oraciones y escupirlas apresuradamente, en momentos en los cuales escapo de la construcción del Ser y adoro la bomba separatista del ego.
De repente, aparece otra voz confundida y ese instante que fue tarde, nuevamente se hace noche. Noche se hace, noche lejana de tiempos no tan inmemorables. Se acerca como el fantasma que es y sorbe de mi piel, intentando volver a su fase corpórea. Yo la dejo, un poco y espero descubrir la realidad de su siguiente movimiento. De pronto, se vuelve naranja y sigue drenando mi piel. Siento miedo de avanzar. Puedo hacerlo, pero algo se me interpone en el camino. Conozco las respuestas de las preguntas de avance. Sin embargo, mis pies se entumecen y la voz ya toma color y textura. Si sigo así, me absorberá todo y vivirá, aunque sea, un rato más en el éter. Por suerte, los signos me ayudan y la imagen fantasmágorica estalla en mil colores, sacándome mil sonrisas. Considérese un gesto, una señal de buena suerte.
Puedo volver al ruedo, siempre se puede. Es increíble como se maneja el Destino. Me otorga de un mañana para poder desenrollarme. Estiraré mis extremidades y si puedo, me uno con la culposa Tierra. Las voces comienzan a cantar en un canon, adelantándome su ida. Me adelanto unos pasos, sin tanto pavor. Un deseo se apodera de mi. Los deseos duran poco, un suspiro. Luego viene otro deseo y quiere sentir como afecta a la carne. Yo los espanto y les digo que esperen hasta mañana. Los espanto con rudeza y hasta parece que les gusta que los trate de ese modo. No contestan, mas puedo ver el futuro, atendiendo a mis llamados y veo cortes de gloria. La expansión tardía me genera más determinación iconoclasta para dañarme. Enhorabuena.

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