viernes, 11 de marzo de 2011

Nuevo manantial de debilidad

Todas las canciones están dedicadas a alguien. Todo cuadro lleva el mismo nombre de destinatario. Todo poema, toda prosa refleja inconscientemente la aceptación de la misma persona. Se las conoce como musas, pero para mí, son suspiros ligados a un Ser, a una identidad, a una verdad lejana. Tuvo un nombre en el pasado, mas ahora reposo en silencio recordando aquella caminata que nos distanció y nos unió para siempre en la eternidad.
Me gustaba llamarlo "una infidelidad muy inocente", ya que mi ajetreo interno no se encaminaba a una culminación, sino más bien a mantener afanoso al deseo. Y el dragón se mordía la cola y yo podía escribir en paz y sosiego. Tantos retazos escritos, tanta melancolía en una copa...
En este momento en el cual expongo mi alma, mis sentencias no tienen acusado, y mis dictámenes carecen completamente de peso. Necesito un nuevo manantial de debilidad. La congoja del mártir se diluye con el agua del tiempo dejándome exteriormente seco y expuesto a la igualdad...


Este texto incompleto, que bastante completo está a mi parecer, lo encontré en un cuaderno viejo que tenía. Lo habré escrito hace 3 años. Hace mucho que no hago introspecciones de ese tipo y hace mucho que no utilizo tantos puntos suspensivos...

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