miércoles, 14 de marzo de 2012

Gracia Divina - La desesperación de Mona

Gabriela mira por la ventana del dormitorio y mira como llueve a cántaros. La fragancia mojada de los árboles, que se empapan en la maciza jungla de cemento y trajes caros, la relaja, cerrando sus ojos y aspirándolo muy lentamente. Los abre y ve a Lázaro, el gato del hogar, durmiendo en la cama. Un relámpago se escucha a lo lejos, despertándolo. Mueve sus orejitas como radares en busca de peligros y voltea su cabeza para mirarla a ella.
-Todo está bien, gordito.
Le acaricia sobre el cuello y el gatito luego acomoda su cabeza sobre sus patas delanteras,  intentando conciliar el sueño. Sus orejas radares se mantienen aún alertas.
Se oye el ruido de una llave entrando por un cerrojo, y como la puerta principal se abre. Unos pasos encienden una luz y luego continúan avanzando hasta el cuarto oscuro en donde se ubica Gabriela, sentada sobre sus bruces en la cama. Mona prende la luz y la ve a ella, a la joven peliblonda, con su ropa vieja de colores claros.
-Te gusta tanto la soledad y el silencio, que no entiendo como no sos gótica o algo de eso. –Le dice Mona.
-No necesito vestirme de negro para disfrutar de ciertos placeres de la vida, Mona. Que a ellos también les gusten, no les da derecho a sacármelo de mi vida por sus cuestiones de etiqueta.
Mona se saca su campera negra de cuero y la pone en el baño, saliendo del cuarto.
-Se me ocurrió una buena idea. –Dice su voz a lo lejos.
Gabriela vuelve a mirar la lluvia detrás del vidrio.
-¿Cuál es tu idea?
Los pasos de Mona se acercan y Lázaro, obligado a despertarse, mira como Mona entra de vuelta al cuarto.
-Deberías disfrazarte de gótica para alguna fiesta de disfraces. Te quedaría bien el disfraz. –Se sienta en la cama y comienza a sacarse las botas- Digo, tu piel es blanca y tus rasgos finos. Tenés esa apariencia frágil y elevada que toda gótica mujer quisiera poseer. O por lo menos encajarías mejor que esas peruanas que se hacen las góticas y que no saben que el color negro les queda mal.
-Suena a una interesante idea. –Dice Gabriela entre suaves carcajadas.
Gabriela se voltea y ve como Mona deja sus botas y medias a un costado de su lado de la cama.
-¿Vos de donde venís?

-Continuará-

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