martes, 5 de junio de 2012

Prodigio de familia II

Y vimos la obra, que los mismos jóvenes bohemios suburbanos realizaban con muñecos de figuras artesanales. El payaso miraba divertido y acotaba en momentos, metiéndose en la historia. Estaba sentado en un banquito, a la derecha de lo que refería ser el escenario. No prestaba yo mucha atención que digamos. Me llamaba la atención ver a los niños tan metidos en esa fantasía, riendo a más no poder y cuchicheando entre ellos. Y veías lo diferentes que eran. La calidad de la ropa variaba, el color de la piel también, al igual que sus rasgos, los tipos de juguetes eran diferentes; algunos tenían pelotas nuevas de cuero, y otros tenían ovillos de papel envueltos en cinta, o veías bloques de plástico armables de distintos colores o unas hojas y biromes ubicadas en algún rincón firme y dibujable. Al ser yo el más grande de los chicos sentados, mi estatura me permitía otearlos de lo más bien. Y las madres estaban a un costado sentadas, charlando sobre cosas de madres y fumándose un pucho, o mirando a las marionetas, igual o más entretenidas que sus hijos.


La obra terminó y el payaso comenzó a hacer animales con globos. Yo sabía, porque lo había visto por televisión, que esos son globos especiales, y difieren a los que te venden en los kioscos. Los bohemios barbudos y de ropa ascética, pasaban la gorra frente a las madres y el payaso, con cada animal que realizaba, pedía una colaboración y veías a las madres correr hacía el arenero para darle unas monedas o un billete chico y calmar el griterío de sus hijos. Y miraba todo, y sentía el jolgorio de la situación, de la misma manera en que sentía el calor del Sol por la tarde tocando mi piel. El arenero se convirtió en un lugar en donde todos se sentían bien estando juntos, y mi cabeza se llenó de confusión porque estaba metido en una circunstancia que a mis nueve años era demasiado compleja. Sin embargo, luego de inspirar hondo y suspirar, y dejarme un poco llevar y sonreír entregado, entendí algo, que más adelante sería el punto de unión entre ella y yo. Y supe que…

EL MUNDO ES SORPRENDENTE, Y NADIE SE DA CUENTA.

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