No puedo
dejar de pensar. Simplemente no puedo. Pienso desde que me levanto, pienso
cuando me visto, cuando trabajo, cuando estudio, cuando cojo, pienso hasta
cuando hablo, pienso hasta cuando pienso. Pienso.
Hace poco,
mi pensamiento sostenido, ese pensamiento que me da insomnio continuo,
evolucionó. Se volvió una mayor complicación. Ahora no solo pienso todo el
tiempo, sino que puedo hacerlo rápidamente. Puedo armar grandes silogismos
mentales en segundos. Una idea, me lleva a otra, y luego a otra, y así hasta
llegar a pensar en muchas cosas a la vez, pudiendo separarlas en mi cabeza para
poder pensar exponencialmente.
Pienso en
la vida y comienzo a filosofar. ¿Cuál es el sentido de la vida? Eso me lleva a
pensar en mi vida. ¿Qué estoy haciendo de ella? ¿Cuál es el sentido de mi vida?
Y eso, mientras se desenvuelve en mi mente, se une al nuevo pensamiento de
pensar en las vidas de los demás, de aquellos que conozco, de aquellos a
quienes apenar conozco, de aquellos a quienes fantaseo, hasta pienso en quienes
no he conocido todavía. ¿Cuál es el sentido de sus vidas? Y no todo tiene
sentido porque dejo de buscarlos al sobrevenir en mi mente nuevas interrogantes
y preguntas, con sus propias interrogantes y preguntas, etcétera, etcétera, etcétera…
¿Cuál es el sentido de todo esto? ¿De tanto exceso neuronal?
No lo sé.
Solo me ocurre. Sin embargo, puedo determinar que cosas empeoran mi cabeza: La
gente de mierda.
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