lunes, 17 de enero de 2011

Desquebrajar en una docena al amor en un concierto -Parte 2-

Voltea su rostro, en señal de rechazo puro, pero agradecido. Su aspecto cambia de ese lado. Cada poro emana fantasía y de la fantasía mas libidinosa que se pueda pensar e imaginar. Sus ideas se vuelven apretadas y su labio mordido por la impaciencia. Su mente lo rechaza, lo hace, mas su cuerpo no. Ya no hay sombras en ese costado, solo acciones que corren como niños. Y corren, en sus atractivos equipos ajustados de color ocre y azul hacía el desvanecimiento satisfactorio del deseo.

-Dejé de maquillar muertos para esto. ¡Para una espera sin fin! - Ve como la blonda desaparecer por la puerta.
Hey! -Se oye a lo lejos venir. Una voz femenina se distingue del cuchicheo general. Es fuerte, con potencia delicada. El estruendo de la forja del metal se siente en su voz. Una chispa capaz de encenderlos a todos.

Larien mira a su derecha, y observa a una chica pálida, de cabello largo negro y pecas provocadas por el Sol. Su mirada asusta. Ella le clava los ojos a la quinceañera Larien, quien del miedo cae al piso. Queda hipnotizada por el terror marrón amatista de sus ojos. Hay un pasado más grande de lo común allí dentro de sus pupilas. Uno demasiado amplio como para contarlos con palabras o con voces. Enmudece ante la visión de tierra seca, sahumerio asfixiante y calor pegajoso y meditativo. Está delante de una puerta, como cada una de las presentes. Cada una de ellas, sin saberlo si quiera, es una puerta a un mundo nuevo, en donde el virtuosismo y la fascinación adictiva, se mezclan y lo llevan a uno de viaje, en partes buenas y malas por igual. Los malos viajes suelen ser comunes en los finales de las pesadillas. Las puertas pueden llevar al mismo sitio, en ocasiones, dependiendo en que les gustaría a uno transformarse. La pálida joven baja su mirada y la sitúa en el libro viejo que sostiene entre sus manos. Es grande, de hojas gastadas. Lee de ahí.

- «La transformación y el Destino son hermanos. Uno busca ser lo que su ser fue siempre, porque cambia en dosis de pequeñas graduaciones. Eso puede perjudicar encontrarse. Uno nunca va a dejar de ser la esencia que se repite y se repetirá eternamente. Somos el reflejo del eco de la voz de la Humanidad.» - La mira otra vez - Vos y yo compartimos un fragmento de este momento y como las flores, se marchitará pronto, en cuanto la espera recupere la noción.
-¿Quien sos?
-Soy alguien que respeta los buenos silencios internos. - Y dirige su mirada de vuelta al libro. -Bajá la voz.




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