miércoles, 7 de enero de 2009

Mucha basura antes de llegar al final

Había llovido a lo largo de casi toda la madrugada. Olía a campo, a pesar de estar a kilómetros de semejante ambiente. Era culpa de los árboles y de las reparaciones que se hacían a las calles de esa ciudad. Había un olor almizcle de plantas y piedras.
Caminaba por el medio de la calle. Se habían reducido las calzadas para arreglarlas. Las lineas divisorias de plástico suelto y blanco colgaban de alambres de aproximadamente un metro y medio de altura. Se acercaba a una avenida luminosa y vacía. Un kiosko enrejado brillaba en la lejanía cercana. A su izquierda, en un auto rojo, dos personas conversaban y reían. No se movían en lo absoluto. Solo se miraban y reían. Uno de ellos era mujer, blonda de mediana edad. El otro era un señor canoso, con bigote grisáceo. La lluvia pasada convertía al vehículo en un vivo objeto rojizo. Nublaba también las ventanas del mismo con gotas largas y vapor.
De repente, una luz gira y se aproxima a él. Sus zapatos hacían ruido al pisar el asfalto, por lo cual, caminaba lento y cautelosamente. Evade una rama pequeña de árbol y continúa mirando la luz más cercana que antes. Esta se detiene a causa de un semáforo.
Salta la calzada en reparación y sigue su andar en la vereda, hasta llegar a la avenida. La luz se detiene al lado de él, tomando forma oscura y tosca. El motor chilla y se oye a una ventana deslizarse hacía abajo.
- ¡Hey, aquí! Soy yo, ¿Te acordás de mí?
Él la mira, apretando fuertemente el mango de su bolso. La voz femenina de antes, saca el seguro de la puerta adyacente a ella.
- Subí. Te estaba esperando.

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