(...)
La soledad es un don que se manifiesta en cada regocijo, a diferencia del resto.
Mi vida está oscura, apagada por la verdad. Los vestigios del tiempo se mezclaron por error. Ya no hay vuelta atrás. Perecer es parte del martirio. La agonía me exaspera, me clava en donde más duele. Los aditivos son mentira. La soledad es el único camino para el martir.
Sufrir para salvar en la cruz.
Mirarla con otros ojos. Una vez, solo una vez. Estoy estancado en la roca. Encerrado en anuncios. Quiero cambiar, por favor, no me hagas beber este trago amargo. Es lo único que pido. Te imploro aún más. Aliviana mi cruz. Ya no sé si quiero ser el que deba ser. Lo siento.
Yo supe lo que era el amor, pero en verdad, estaba equivocado. No veía nada. No se que decir...
Una vez. Solo una vez. Perdón, pero solo un bocado. Uno solo.
Tarde para el paraíso.
Adentro deben de estar todos celebrando. Bailando hasta cansarse. Deleitándose por una mentira. Siendo la persona que no son realmente, pero felices, por creerlo. Es tarde. Ni una sola alma se divisa. Es peligroso tanta artificialidad en relación a la soledad. Un peligro en el cual estoy (a medias) dispuesto a correr.
Comencemos aclarando algo: No soy enteramente feliz. No es enteramente mi culpa tampoco. No soy hacedor de mis caminos, como lo es toda la Humanidad en sí. A los mios los guían. ¿Quienes? Quien sabe. Solo sé que se mueven de los hilos de la espalda, brazos y piernas. Soy de los denominados "mártires"; gente que nace con un propósito. No se crea eso que dicen, de que cada uno es una estrella que brilla en las noches. Ojalá todos supieran lo que en verdad significa "brillar". No es para nada agradable. Somos nosotros quienes ponemos o instamos (como quieran llamarlo) las verdades o convicciones que ustedes creen y sienten. Somos objetos del destino diseñados para su disfrute. Nada más que eso. (...) ...Sobrevivir, nos deshojamos, como cualquiera de ustedes.
Nuestra gran diferencia, es que para mantenernos a salvo de exteriorizaciones que pueden modificar el mensaje a contar, nos es dado un don. "Don" suena bien en sus bocas, pero en la nuestra suena a desgracia y fatalidad. Nuestro don es la soledad. Si, ustedes lo oyeron nombrar, mas nunca lo sintieron como nosotros lo sentimos.
Se nos ha llamado "extravagantes", "exóticos"; Sin embargo, la única certeza es no poder, o mejor dicho, no saber manejar el aislamiento. Nunca supimos como hacerlo. Nunca.
Siento el estigma de la Tierra que me ahoga, perjudicando a la verdad contada. Más bien es una confesión. Afuera es duro, extraordinariamente duro. Lo que leen es la gota que rebasó el vaso. Eso mismo están leyendo.
Para que me entiendan del porque de esto, les contaré todo desde mi principio, si es que la Naturaleza no me calla primero. Sí, caí por la estúpida (...) del sentimiento más común y doloroso del individuo. La soledad evita que establezcamos relaciones con ustedes, los mortales sin palabras dentro. También nos imposibilita tener un ego del cual refugiarnos como si se tratasen de una fría caverna. Dicha persona, mostraba el interés que todo mortal siente. No sé que clase de sentimiento ponderaba en su pecho, pero estoy seguro que la curiosidad lideraba como estandarte del conocimiento intrínseco. Dicha persona fue una de las tantas personas embelesadas por la belleza de nuestro mensaje oído parcialmente antes de tiempo.
Lo que sucede con esas personas es habitual. Pierden interés o encuentran una fuente correcta de canalización. Es lo máximo que se nos permite interactuar con ellas. Lo máximo.
(...)
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