sábado, 22 de agosto de 2009

¿Cómo ser el mismo de antes de la tragedia? VII

Sus párpados se cierran. Gira su cuerpo hacía la derecha, flexionando levemente las rodillas. Oye su respiración hasta que se duerme.
En una habitación vacía con paredes muy blancas, el viento sacude unas cortinas cortas. Es una habitación completamente borrosa a nivel visual. Una mujer con falda y peinado recogido, también borrosa, se acerca a la ventana. Las cortinas dejan de ser movidas. Otra persona de aspecto impreciso, un hombre de camisa y boina negra, se le aproxima sin ser percibido por ella. La joven reacciona bruscamente, mira de nuevo para afuera y luego lo abraza. Permanece con su cabeza en el torso de él por un instante. Levanta el rostro y lo besa en los labios.
En el exterior de una casa, en un jardín iluminado por la luz del Sol, la mujer con falda, peinado recogido y blusa blanca, sale de la puerta de la misma. Camina por el sendero de cemento hasta toparse con dos personas de mediana edad, cada uno de diferente género. A diferencia de la chica, ellos no tienen rostro. Hay un vacio de facciones, una cobertura de piel. Ella les sonríe, dándole la mano al señor. De la entrada de la casa, sale el hombre de camisa blanca, boina negra y jersey de semejante color que el sombrero. Se desplaza rápido hacía los sujetos sin cara. Saluda con un beso en la mejilla al señor.
En la otra esquina de la habitación borrosa, hay una mesa con dos sillas de materiales similares. Están nítidas, en oposición a los jóvenes sentados en ellas.

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