sábado, 30 de enero de 2010

Anteriormente en algún lugar

Nunca me costó iniciar ningún escrito. Es tan natural para mi como respirar. Respiro hondo, mantengo mi aire unos segundos y exhalo con lo primero que se me viene a la birome negra. De ahí, solo es cuestión de sentir el amor nauseabundo que se les puede tener a esos instrumentos divinos que pueden sentir afecto. Esto es narcicismo, puro y sexual narcicismo. No quiero contarte nada, solo quiero que pases unos, digamos, ¿Cinco minutos? Digamos cinco minutos; cinco minutos de tu vida conmigo. Uno puede sentirse solo a veces. Quiero imaginarme parado cerca tuyo, con un papel descuidado de renglones, de cuaderno de infante, recitándotelo como si estuviera actuando, dando énfasis a cada palabra de manera forzada, o haciendo gestos con mis manos o mis labios finos. Pensarás si en otras oportunidades, si otras palabras encerradas en prosas tuvieron la suerte, la fortaleza de poder vivir, de estar vivas dentro de muchas almas. Es algo excitante pensar en eso; que esa imagen larga y efímera que te habla, tenga un secreto que contar y quiera divulgarlo como divulgaría mentiras efectivas, como un veneno que se absorve a consciencia.
Y no termino y poseo la juventud que encuentro, que me da cabida. No me importa el porqué ni mucho menos el futuro de nuestro lucro pegajoso e iconoclasta. No me importa nada, en realidad. Inclinas la cabeza y levantas la pelvis. ¿Cuantas personas-instantes, cuánta prole en la letra de lo arado, cuanta bajeza de las luces no distinguibles, tienen que pasar por tu alma, para no sentirte mal? ¿De cuántos escuchás el golpeteo fuerte y salvaje que tiene la carne cuando choca con otra, más suave por vos, y más frágil por mi?
Si veo vocablos venir en manada a tu mente, que cada tanto se indispone y se deja llevar por ondas carmesíes, la ahuyentaré con fanfarrea escrita, con oropoles sensibles y dañinos. Me obligarás a abrazarte y apreciaremos el acto, no el hecho, de la incesante repetición sudorosa , de la lengua que se hace verbo y se resbala por tu mejilla, tu pequeño mentón, tu cuello, hombros, oídos, ojos, cerebro, corazón, pulmones, hígado y tu intencionada, voluntariosa, capaz mente a punto de martirizarse. Estoy muerto, pero vi la muerte antes y se como actuar: En la espera de su reprimenda, riámonos de ella.

No hay comentarios: