jueves, 1 de mayo de 2008

Claustro

Ella lo abraza. Lo suave de la vestimenta del muchacho, la delgadez de su cuerpo y ese aroma hipnotizante de su varonil colonia, le hacen estremecer a su corazón. Siente como si todas sus complicaciones se desvanecieran por un atemporal instante y que las cargas de su espalda, finalmente logran alivianarse. Ama lo plano del torso del muchacho, tan diferente al cuerpo que la encierra. Esas mínimas diferencias hacen al todo y se complementan magníficamente, como se unen la pintura y el pincel de un pintor, para crear una futura belleza que amelasará los ojos de la mayoría, y hará pensar y esclarecer las ventanas internas de unos pocos.
Él tiene fija su mirada en una reliquia, que reposa pacíficamente en la blanca pared en frente suyo. Conserva en ella una hermosa mariposa, alada de azules colores, reflejando cierta altiveza natural y brindándole la posibilidad de sumergirse en el mar de la luz de esa sensación, y mostrarla como señal de candidez y misericordia a razón de sus captores, que son el mundo en sí. La rodea un círculo de bronce y mediante una cúpula de cristal, suspira en silencio.
La joven lo aprieta suavemente y frota su mejilla contra el áspero pecho del chico.
-Te amo. -Dice serenamente ella, extasiada por la libertad que solo la protección puede otorgar.
-Y la mariposa sigue encerrada.

-Dedicado secretamente a quien sin saberlo me inspiró.-

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