Él tiene fija su mirada en una reliquia, que reposa pacíficamente en la blanca pared en frente suyo. Conserva en ella una hermosa mariposa, alada de azules colores, reflejando cierta altiveza natural y brindándole la posibilidad de sumergirse en el mar de la luz de esa sensación, y mostrarla como señal de candidez y misericordia a razón de sus captores, que son el mundo en sí. La rodea un círculo de bronce y mediante una cúpula de cristal, suspira en silencio.
La joven lo aprieta suavemente y frota su mejilla contra el áspero pecho del chico.
-Te amo. -Dice serenamente ella, extasiada por la libertad que solo la protección puede otorgar.
-Y la mariposa sigue encerrada.
-Dedicado secretamente a quien sin saberlo me inspiró.-
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